Andreu Blanes: “Y ahí estaba Kilian”

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Andreu Blanes: “Y ahí estaba Kilian”

Andreu Blanes: “Y ahí estaba Kilian”

Pie derecho, pie izquierdo

Courtney Dauwalter

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Andreu Blanes (33) recuerda bien aquel momento, aquel día de agosto del 2022.

Estaba disputando la clásica Sierre-Zinal, un reto de montaña de 31 kilómetros entre bosques suizos. Había arrancado en modo contemplativo y ahora, a la altura del kilómetro 24, la prueba se sumergía en una zona más llana, más manejable. Como el tramo le era favorable, Andreu Blanes, más pistard que montañero, se vio alcanzando a un grupo de cuatro corredores. Mientras les daba caza, observó a cada uno de ellos. Y allí le distinguió: entre los cuatro corredores también corría la leyenda, Kilian Jornet.

–¿Y qué hizo usted?

–Procuré controlar mis emociones y no abrir gas por no quemar las naves. Pensé en que debía tratar a Kilian Jornet como a uno más. Si no, podía meter la pata.

–Pero, ¿sintió algo especial?

–Bueno, para mí aquel era un momento histórico, ¿no? Sabía que era algo que me iba a marcar. Debía controlarme para no liarla. Llegué a meta segundo y Kilian Jornet, quinto. Luego, él me felicitó.

(Meses más tarde, Mark Kangogo, el ganador, fue descalificado por dopaje y el título pasó a Andreu Blanes).

Andreu Blanes, durante la última Zegama-Aizkorri, en mayo

Andreu Blanes, durante la última Zegama-Aizkorri, en mayo

Fotorunners

–¿Y le cambió a usted la vida?

–Buenooooo: en los corrillos de las carreras de montaña se produjo un revuelo mediático considerable. Aquel subidón de visibilidad era inesperado para mí. Hoka, que me estaba entregando material de entrenamiento, me fichó definitivamente. Dijo que compraba mi proyecto (aspiraba a ser olímpico en 3.000 m obstáculos en París 2024) pero que me daba libertad para hacer lo que quisiera. Aquí sigo con ellos.

–A pesar de que no logró ser olímpico en París 2024... –le comento.

–Definitivamente, me he hecho un hueco aquí, en las pruebas de montaña. Ser segundo en la Zegama-Aizkorri de este 2025 (en mayo) me ha consolidado como profesional del atletismo.

Mientras corría carreras de cross, estudiaba Ingeniería Civil. Pensaba entrar en el mundo laboral al retirarme” Andreu BlanesCorredor de fondo

Y me habla de sus inicios, de sus sueños de juventud. Ahí va un niño de Onil (Alicante), de donde vienen otros atletas como Eusebio Cáceres o Jorge Ureña, un niño que se aupaba a la sierra con un mapa en la mano y ahí se pasaba las tardes, orientándose en el papel y también en el sol y las estrellas, interpretando sendas.

–¿Sus padres eran atletas?

–Marisa, mi madre, es celadora y auxiliar de enfermería. Mi padre, Juan, sí que me inculcó su pasión: era maestro, hoy ya está jubilado, y los domingos me llevaba a subir montañas con el centro excursionista. Era bonito aquello, aunque yo soñaba con competir y ganar. Lo que pasa es que no me daba: veía por la televisión a Jesús España, o a Cristiano Ronaldo, y me decía: “Esa vida no te ha tocado”. Sin embargo, insistí: mientras corría Campeonatos de España de cross, estudiaba Ingeniería Civil en la UCAM. Pensaba incorporarme en el mundo laboral cuando dejase de correr.

–Pero sigue corriendo...

–Me ha podido esta pasión. Los Juegos de Tokio 2020 estaban cerca. Me senté con mi familia. A mis padres, les dije: “¿Me dais dos años para ir a los Juegos?”. Todos me apoyaron y me volqué en el correr.

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Andreu Blanes fue osado.

Recogió algunos ahorrillos, también las ayudas de su club de entonces, el Cárnicas Serrano, y las ayudas de los padres, y se marchó a Madrid. Las cosas se complicaron porque Tokio 2020 se celebró en el 2021, cortesía de la pandemia.

–No logré entrar en Tokio 2020 pero ya el club me ayudaba más. Entró el material de Hoka y el triunfo en Sierre-Zinal. Decidí volver a intentarlo en París 2024.

(Tampoco le salió, pero en diciembre del 2024, cinco meses más tarde, corría el maratón de València en 2h09m18s...).

–¿Usted tiene para vivir bien?

–A ver, un corredor de ultrafondo no está para lujos.

Ni cenas, ni fiestas, ni viajes, ni coches...

Si Andreu Blanes se funde en algo el dinero, lo hace en concentraciones en Sierra Nevada, en Peguerinos o en Font Romeu: ha vuelto a su Onil de 7.000 habitantes, vive para correr, conversa con sus entrenadores, Luismi Berlanas y Juan del Campo, que son flexibles como un junco, y juntos pactan programas y planes, y me dice:

–Ahora sí, ahora ya soy un verdadero friki del ultrafondo. Y lo preparo a conciencia: estudio cómo asimilo los desniveles. Y visito los circuitos dos o tres veces antes de una competición. En ocasiones hago tests de forma para interpretar tiempos de paso.

(En septiembre disputará los Mundiales de Montaña y Trail en Canfranc).

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